DosMujeresYunTéChino

Monday, September 25, 2006

TRAS LA SIESTA

Absorver información es agotador, quizás es que tengo poco aguante, pero hoy me he quedado frita en el sofá casi inmediatamente al llegar a casa. El tiempo suficiente para asimilar el día de hoy.
Silvia, la prima de Laia, vive en un apartamento en una zona de Pekín cerca de la zona de las Embajadas. Dentro de Pekín hay zonas que son como urbanizaciones. Ésta es una de ellas en las que cuando llegas en taxi hay un chino que guarda la entrada de un grupo de mega-edificios. En uno de estos mega-edificios vive Silvia. Y es donde nos ha acogido estos días que estaremos en esta zona de China. Ya abajo hay otro chino que te abre la puerta. El piso 13 y 14 no existen. Así de supersticiosos son los chinos. El 13, bueno, porque es el 13, y el 14, por el número 4, que en chino suena muy parecido a la palabra muerte, y eso da malfario. Nosotras estamos en el 15, que en teoría sería el 13, pero a nosotras no da bastante igual.
Mi primera aventura fue intentar averiguar dónde estaba un supermercado en el edificio de al lado, un supermercado que está en el subterraneo de uno de los colosos de la urbanización. Hay que imaginarme intentando encontrar la entrada al puñetero edificio, que como es pequeño... y como nadie me entiende cuando intento preguntar... pues no tenía más remedio que buscar por los sótanos a ver qué encontraba. Finalmente pude hacerme con unos cereales para el desayuno y con unas barritas de cereales (en honor a mi hermana Mireia, que dice que van genial).
Hoy tuvo que amanecer lloviendo también, pero por suerte, casi llegando a la plaza de Tiannanmen paró.
Pekín está de celebración, será sede de las Olimpiadas del 2008, así que están poniendo bonita la ciudad, flores y señales de las próximas Olimpiadas señalan las partes más turísticas.
Acostumbrada al concepto de turista en Barcelona, una se imagina que va a encontrar más occidentales en la zona, pero la mayoría del turismo es Oriental. Les encantan los desfiles militares, hay militares por toda la zona de la ciudad prohibida. También hay sitios donde te visten como a los emperadores y te hacen fotos... en fin... Y una vez dentro, mi primera impresión fue que estaba en Port Aventura, en la zona China, pero vas andando y andando, todo es impresionante e interminable. Cientos de palacios, 800 si no me equivoco. Toda una ciudad que encierra miles de historias, ahora visitada por turistas. Pero no dejaba de darme pena, era como Venecia, precioso, pero sin vida, sólo la de los turistas. Ahora el alma de la ciudad Prohibida es una guía turística que te explica un pasado que ya está demasiado lejos del presente de esta ciudad. Porque Pekín es impresionantemente grande, con inmensos edificios y grandes avenidas por todas partes. Unos edificios acristalados, que si son empresariales están limpios, si son de viviendas están todo sucios (debe ser otra superstición lo de no limpiar los cristales). Una ciudad llena de restaurantes y de luces (les encantan las luces). Pero lo más curioso es la polución. Puede que haya ciudades más contaminadas, no lo sé, pero ésta segurisimo que está entre las más sucias. Hay como una niebla constante que no es más que suciedad, y al tener edificios tan grandes se ve más.
Cuando salimos de la ciudad prohibida, había un parque con un par de templos más en la cima de la montañita que se veía al fondo, así que como si no hubiéramos andado bastante, subimos estoicamente todos los escalones para encontrarnos el templo cerrado, pero bueno, habían muy buenas vistas, y suerte que llovió por la mañana y se podía disfrutar algo desde allí. Tras 3 carretes de fotos y una batería de cámara casi agotada (más los dos carretes de Laia, claro), decidimos comer algo (bueno yo, porque Laia come la mitad de lo que como yo). Y después de salir del restaurante tras otra mini-jornada surrealista debida al idioma, fuimos a caminar por ahí, sin rumbo fijo, a ver qué encontrábamos.
Todo mini-puestos chinos, familias en la calle, bicicletas, autobuses eléctricos llenos, miles de luces en cualquier recinto, sobretodo en los restaurantes... genial. Encontramos un rincón donde habían máquinas de fitness para hacer deporte en la calle. Y lo hacen, mucho, la verdad. Asi hasta que pasó un ciclista con el que acordamos que nos llevara a las dos detrás a casa. Una vez en la bici las dos pensamos que quizás nos tendría que haber dado un casco o algo, porque aquello era un poco inestable, no sea que nos atropelle un autobús o algo... (siempre en positivo)... tanta preocupación nos llevó a quedarnos medio dormidas en la bicicleta, fíjate. En fin, que el de la bici realmente no sabía cómo llegar, decidimos bajarnos y coger un taxi (que por un euro nos llevaría). Y allí yo desaparecí con Morfeo.
Y ahora, bajo la música de Ojos de Brujo (para no añorar mucho las fiestas de la Mercè), me despido, amiguitos del progesive.
Bona nit

0 Comments:

Post a Comment

<< Home